Siguiendo esta carretera comarcal que recorre la ribera del Guadalquivir, ya de anochecida, nos dirigimos a otro bar en el que podremos disfrutar de las especialidades típicas de la zona, y que guarda estrecha relación con la Venta Las Compuertas que acabamos de visitar. Se trata de la Taberna de Manegodor, regentada por el hijo del Manego y de Juani Arellano, Jose Manuel Gómez Arellano, llamado tambien amigablemente Maneguito.
Dejamos atrás el antiquísimo cortijo Alventus, otrora propiedad de los Duques de Medina Sidonia y hoy lugar de cría de reses bravas. En el siglo XV, se construyó en la ribera del Guadalquivir un puerto donde arribaban los barcos mercantes, y este cortijo sirvió de guarnición de este puerto fluvial, sobre el que tuvo gobierno el Duque de Medina Sidonia
.Es un cortijo de grandes proporciones, dedicado también a ganadería y agricultura, que fue aumentando su superficie por adición de nuevas edificaciones, según las necesidades de sus moradores Todo el conjunto está dispuesto en torno a un gran patio central, con grandes espacios interiores dedicados en su día a la guarda de animales y almacenes, así como salones, dormitorios, cocina, y demás dependencias de la vivienda, percibiéndose en las distintas edificaciones los volúmenes que se han ido añadiendo con el paso del tiempo.
En mitad de su nave principal presenta una portada presidida por un antiguo azulejo con la Virgen del Milagro amamantando al Niño, y el nombre del Cortijo, que también pudiese proceder desde el punto de vista etimológico, de "Advenimiento", es decir, llegada
El cortijo fue creciendo a través de sus distintos propietarios, siendo el Marqués de Villamarta, también dedicado a la ganadería de lidia, quien mandó construir el actual embarcadero, para que Alfonso XIII, que se hallaba pasando unos días en el Palacio de Doñana, pudiese atravesar el río y desembarcar para practicar el acoso y derribo de reses bravas, en una pequeña plaza de tientas dentro del cortijo. El Marqués de Villamarta ordenó fijar a las paredes del cortijo una placa de mármol conmemorando este acontecimiento regio.
Y recorriendo un precioso camino, entre viñedos y huertas, encontramos la Taberna de Manegodor, levantada sobre una antigua cuadra, y que dispone de una chimenea para los meses fríos .Percibimos ya el olor de su cocina, y al llegar a la puerta Maneguito nos recibe amablemente y con hospitalidad. No cabe duda de que desciende del Manego, de quien ha heredado su cordialidad y su saber tabernero.
Nos aconseja picar unos chicharrones antes, y los pedimos acompañados de manzanilla bien fresca, pues estamos "al lado" de Sanlúcar de Barrameda. Los probamos y están extraordinarios, lo que le comentamos a Maneguito, agradeciendo su recomendación. Seguimos con unas huevas al ajillo y unas papas en salsa picante, ambos platos fuertecitos y muy recomendables. Y por supuesto, terminamos con un pescado de estero, el albur, que así podremos comparar con el que nos han dado en Las Compuertas, venta que regenta su padre. Lo probamos y no podemos más que concluir que es difícil decir cuál está mejor, y constatamos que Maneguito ha recibido una buena herencia de su padre, el Manego.
Y sin más que agradecer a Jose Manuel el rato que nos ha hecho pasar, y prometiendo volver tan pronto como sea posible, seguimos camino en estas maravillosas tierras, plagadas de huertas y viñedos, y surcadas por el rio que los árabes llamaron "al-wadi-al-kabir", es decir "el río grande", o Guadalquivir,
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