Situado en el número 5 de la calle de la que toma el nombre, La Bola lleva ofreciendo lo mejor de la cocina castellana hecha en su horno de leña de encina desde 1870. El local abrió sus puertas a principios del XIX como botilleria, muy abundantes en la época, y en 1870 pasó a manos de unos asturianos y se convirtió en restaurante con el nombre de Rayúa, tomando posteriormente el nombre de la calle en que se halla. Cabe destacar que una gran parte de las tabernas de la época eran de asturianos.
Se servian tres clases de cocido a lo largo del día: El primer cocido se podia tomar a las doce del mediodia. por 1,15 pesetas, modesto pero correcto, siendo sus principales clkientes obreros y trabajadores en general. El segundo cocido en el que ya se podia degustar gallina casera, se podia tomar a la una, por 1.25 pesetas,predominando el estamento estudiantil. Y el tercer cocido, a las dos, ya con carne, tocino y todas las tajadas, que era consumido mayoritariamnete por los miembros del Senado, muy próximo, y algun periodista de prestigio.
El local presenta una preciosa fachada revestida de madera pintada en rojo, que recubre toda la esquina, tan típico de los antiguos mesones de Madrid, y una gran bola y el nombre. A través de una antigua puerta accedemos al interior del local. Encontramos una pequeña barra en la que podemos esperar tomando algo mientras esperamos, si hemnos quedado con alguien, pero lo mejor es pasar directamente al comedor y acomodarse en él.
El comedor es muy acogedor, con ventanas a la calle, paredes revestidas de madera barnizada y un arrimadero a media altura, con abundancia de cuadros y objetos decorativos. Suelos de barro cocido en consonancia con la idioisincrasia del local. Una vez acoomodados en las mesa, y tras pedir una bebida, nos obsequiarán con unas deliciosas aceitunas y al poco ya nos traerán el cocido.
El cocido se hace en su puchero individual en horno de leña de encina y se sirve en el mismo. Nos lo servirán en ·dos "vuelcos"; en el primer vuelco nos echarán la sopa sobre unos fideos previamente dispuestos en el plato sopero: y, tras cambiarnos el plato, en un segundo "vuelco" nos servirán las tajadas: el chorizo, el morcillo, el tocino y el jamón. En otro recipiente nos servirán las patatas, los garbanzos y el repollo.Con todo ello nos pondrán aparte salsa de toamte, guindillas y cebolletas por si algunos clientes, fieles a la más antigua usanza castellana, desean condimentarlo así.
En cuanto a los postres, están en consonancia con el carácter auténtico, sobrio y tradicional del local, siendo preceptivo probar los buñuelos de manzana con helado. Podemos acompañar tan suculenta comida con un vino bastante correcto, el tinto de la casa, por unos modestos 15 euros. Si a esto le añadimos los veinte euros que nos cobran por el cocido, estaremos ante unos 35 euros por comensal, incluyendo el postre y el café, siempre que el consumo de vino sea moderado. Precio, aunque no de rebajas, ridículo si lo contrastamos con la satisfacción de tomar un auténtico y exquisito cocido madrileño en el lugar idóneo para ello, un local con historia, saber hacer y correcto y sobrio servicio
El local, próximo al Palacio Real, fue muy frecuentado, aparte de políticos de la época, por la realeza y aristocracia del momento, y conserva el encanto de lo auténtico. Es el lugar perfecto para descansar de tanta nueva cocina absurda, bobadas minimalistas y cocineros fabricados en televisiones, gimnasios y peluquerías.
LA BOLA
C/La Bola, 5
915 476 930
De 13:30 a 17:30 y de 20:30 a 23:00
Domingos noche y 24 Diciembre cerrado
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