lunes, 16 de noviembre de 2015

OTRAS ZONAS VINICOLAS ANDALUZAS. CONDADO DE HUELVA. BODEGA MARQUES DE VILLALÚA


Hay que ser alguien realmente especial para abrir una bodega en los albores del segundo milenio. En esta época de magnates (¿o mangantes?) del ladrillo, fortunas hechas con una idea en las redes sociales, millonarios que viajan en Audi en lugar de Rolls-Royce, hoteles de 5 estrellas que parecen sanatorios abandonados por una alarma nuclear, con conserjes y botones sin camisa ni corbata, restaurantes que parecen quirófanos con restos de las operaciones sobre los platos, abrir una bodega de vinos es sencillamente ser un elegido por la Providencia.


¿Que fue de aquellos millonarios que salían en la prensa (en la diaria) con estrellas de la ópera, ex primeras damas, duquesas vividoras en fiesta perpetua, ex-primeros ministros viajando initerrumpidamente por el Mediterraneo en los yates de sus ricos amigos, bebiendo champagne desde las doce de la mañana? ¿Y de aquellos aristócratas en exilio permanente por la Costa Azul francesa o la Riviera italiana dando lustre y glamour a las fiestas de armadores y magnates del petóleo o del estaño? Y de aquellos estadistas que, después de la segunda guerra mundial,  rediseñaron las naciones y, tras ello, se dedicaron a beber sherry y fumar habanos en la cubierta de los yates de los armadores griegos mientras la orquesta tocaba con sordina y los camareros con impoluto lito servían las copas de vino en espera de la cena?


¿Y qué son estos nuevos millonarios encerrados en sus oficinas, viajando en impersonales coches alemanes, durmiendo en hoteles sin el menor encanto, comiendo comida hecha para mirar con lupa y comer con cucharilla de café?. Tiempos grises de gentes mediocres.

En medio de toda esta mediocridad, hay gente con ganas de salirse de la uniformidad y realizar el más noble de los trabajos: el de bodeguero, o lo que es lo mismo, elaborador de vinos. No pretenden hacerse ricos con ello. Los que conocen el oficio saben bien que es muy difícil ganar mucho dinero con el vino.


Entre estos poco frecuentes casos está el de la Bodega Marqués de Villalúa.Un grupo de empresarios, amantes y buenos conocedores del vino, han llegado a ese momento en su vida en que se dan cuenta que, además de obtener beneficios, lo importante es dirsfrutar de ellos. Para ese viaje, no hacia falta ensillar el caballo. ¿Como han tardado tanto en darse cuenta de ello? Lo digo en broma, y celebro sinceramente esta inicitaiva insólita en nuestros días de mediocridad y falta de imaginación, de competitividades absurdas y poco disfrute del presente, de gente que se arruina intentando ser el mas rico sin disfrutar, de gente que quiere salir en listas de los ricos que no saben vivir.La gente que disfruta el presente no sale en listas.


Ya metidos en el oficio más noble del mundo, han decidido hacerlo francamente bien. Y para ello, no han regateado esfuerzos personales, dedicación y medios económicos y ténicos.

Entre las poblaciones de Villalba del Alcor y Manzanilla, estas bodegas nacen en el año 2000, adquiriendo tierras y viñedos de la comarca, con una superficie de instalaciones de bodega de 20.000 m2 y una superficie de viñedo de 90.000 m2.


Próxima a  la población de Villalba del Alcor nace esta bodega, en castellano antiguo llamada Villalúa del Alcor, de donde toma su nombre. Se halla bajo la Denominación de Origen Protegida Condado de Huelva,  cuyos terrenos se extienden por el bajo Guadalquivir, al Suroeste de la provincia de Huelva, desde la divisoria de aguas que marca el Río Guadiamar hasta la Ría del Tinto. Esta configuración geográfica determina una comarca de caracteristicas idóneas para los viñedos, que cultivaron en ella los tartesos, griegos, romanos y musulmanes, siendo en todas éstas épocas famosa por la calidad de sus vinos. Esta comarca limita al Sur con el Atlántico, al Norte con la comarca de El Andévalo, al Este con las provincias de Cadiz y Sevilla,  y al Oeste con la capital de la provincia.


Tras la Reconquista, en 1327, un maestre de la Orden de Calatrava, Juan Mestre, ordena repoblar esta zona. En 1335, Romero Díaz  manda plantar viñedos a los colonos de la comarca, y ya en 1502, poco después del Descubrimiento, salian por el puerto onubense de Palos  los primeros vinos españoles con destino al Nuevo Mundo, siendo este hecho de trancendental importancia para la expansión de los vinos del Condado de Huelva, conocidos también como Vinos del Descubrimiento. Se conservan documentos que fechan en enero de 1502 este primer envío, por un importe de 1.422 maravedíes. A lo largo de todo este siglo XVI alcanza el comercio marítimo de vinos de Huelva un auge extraordinario, no solo con destino a América, sino también a Inglaterra y Países Bajos, teniendo ésta última ruta una notable  importancia comercial desde siglos atrás. Ya en la segunda mitad del siglo XVIII se traslada la Casa de la Contratación desde Sevilla a Cádiz, por concentrarse en esta zona y en las comarcas próximas las principales zonas elaboradoras de vinos y ser Cádiz también puerto de partida del comercio maritimo español


Pero volvamos a las bodegas Marqués de Villalúa, fundadas, ya en el año 2000, con estos fantásticos antecedentes histótico-vinícolas. Llegado el tiempo de la vendinia, y determinado por la bodega el momento óptimo para iniciar la misma,  ésta se realiza a mano, con mucho cuidado de no dañar las uvas, depositándolas en pequeñas cajas de no más de 20 kg para evitar presiones sobre la uva,  y conduciéndola con el mismo cuidado a la bodega, donde se depositan sobre la mesa de selección para proceder a la misma.



Los viñedos están plantados en suelos blanquecinos, de alto contenido calcáreo, de fertilidad media, ventilados por las brisas atlánticas,  con suaves inviernos y primaveras,  y fuerte exposición al sol en verano, presentando importantes similitudes con los suelos y clima del Marco de Jerez. Son suelos llanos con una altitud media de 25 metros. Esta bodega cuenta además con siete hectareas de finalidad "experimental", para el cultivo de variedades poco comunes con las que se está experimentando para la elaboración de sus vinos..En estas siete hectareas se culitivan uvas como la Sauvignon Blanc, Moscatel de Alejandría o la Zalema, variedad autóctona del Condado de Huelva..


Empezamos por ésta última y seleccionamos el blanco Marqués de Villalua, hecho con la Zalema autóctona en coupage con otras variedades en distinta proporción, resultando un vino color pajizo claro, seco y afrutado, de aroma floral y herbáceo, y en boca fresco y ligero, suavemente ácido y afrutado.


Seguimos con el "Colección 1000", en el que encontramos un coupage en el que dominan las variedades Moscatel y Zalema, dando un vino color pajizo brillante, muy fragante y floral, con notas de manzana y cítricos, y postgusto largo muy agradadable.


Continuamos con los vinos generosos y entre ellos tenemos el Santa Águeda Naranja, un vino licoroso hecho con moscatel y zalema, Es un vino de naranja porque tras obtener el vino,, han macerado en el mismo cortezas de naranja que aportan al vino aromas y sabores suavemente cítricos, para luego proceder a su envecimiento durante 3-4 años, ensamblando todos estos matices. El resultado es un vino color ámbar, de bouquet intenso, con notas muy círicas a naranjas,  suavemente dulce, muy frutal, fresco y floral.


Y entramos ya en el capítulo de los grandes vinos y lo hacemos con el Oloroso Ermita de Santa Águeda. Elaborado ya con el tradicional sistema de solera y criaderas, está hecho con las variedades Zalema y Listán, autóctonas de Huelva, en soleras de la excelente vendima de 1934, guardada celosamente en la casa. Se obtiene así un vino color caoba con ribetes teja. muy fragante, con notas de frutos secos y vainilla, vino de largo y sabroso recorrido y persistette postgusto, untuoso y con mucho cuerpo.


Y por fin el gran vino que no puede faltar en ninguna bodega andaluza: el Pedro Ximenez. El "Pedro Ximénez Ermita de Santa Águeda", buque insignia de la bodega, hecho mediante el procedimeinto de soleras y criaderas con uva Pedro Ximénez en las excelentes soleras, como el anterior, de 1934. El resultado es un vino color caoba oscuro, hecho con uvas PX asoleadas para concentrar los azúcares, de gran bouquet, aromas pasificados, torrefactos, notas a cacao, untuoso, muy persistente, de delicioso postgusto. Una joya.
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