Corría el año 1955 cuando Jose Maria Gómez Arana y Pepa Reguera (Pepe y Pepa) dejan su Jerez natal para probar suerte en la vecina localidad marinera de Sanlúcar de Barrameda. En el barrio de Bajo de Guía, el más marinero de Sanlúcar, se establecen en una humilde casa. Destinan parte de la misma a taberna, para servir manzanilla fresca a los marineros y ganarse unas pesetas.
Se trata de una pequeña estancia de la casa, y la taberna, por no tener, no tiene ni nombre. Unos pocos barriles y un tablero a modo de barra donde se sirve la manzanilla.Se empieza a hacer habitual entre los marineros de la zona tomar unas manzanillas al volver del mar, comenzando a fraguarse una clientela más o menos fija.
A veces los marineros obsequian con algunos calamares recién pescados o unos salmonetes a Pepe, y éste los prepara a su manera y, quedándose con parte del obsequio, se los pone de tapa. Más frescos, no pueden estar. Pronto se comienza a preparar algunas tapas para acompañar la manzanilla, y se establece una provechosa relación comercial entre Pepe y los marineros que acuden a su bar, a los que compra ya habitualmente el producto recién pescado. Y los marineros visitan casi a diario el bar de Pepe para tomarse unas manzanillas.
Paralelamente a los momentos de inicio y consolidación de la tasca, un torero empieza a abrirse camino y a triunfar en el panorama taurino de la época: el mejicano Joselito Huerta. Pronto Jose Maria empezó a bromear con que la historia de su establecimiento corria pareja a la suerte del maestro mejicano, y los habituales empezaron a llamarle "el bar de Joselito Huerta".
Como decíamos, se comenzaron a dar las primeras tapas, de la más tradicional y autentica cocina marinera de la zona, como las frituras de boquerón, acedías, pijotas y calamares. Y por supuesto los típicos guisos marineros. chipirones en tinta, coquinas a la marinera, cazón con tomate, arroz marinero, calamares guisados, atún encebollado o bacalao a la roteña.
Se corre la voz por todo el pueblo de que en el "bar de Joselito Huerta" se toman unas frituras y unos guisos marineros de chuparse los dedos, y las instalaciones se quedan pequeñas. La taberna crece a lo ancho, en detrimento de la primitiva vivienda, y se dispone un comedor alargado con excelentes vistas a la desembocadura del Guadalquivir y al Coto de Doñana, con techumbres de vigas a la vista y soleras ajedrezadas, bastante amplio.
En poco tiempo se hace insufuciente para acoger a los numerosos visitantes, por lo que el bar crece hacia la calle, instalando una amplia y magnífica terraza, en la mejor zona de Sanlúcar. Como los meses soleados son muchos en Andalucía, es utilizable la mayor parte del año, y muy aconsejable cuando el tiempo lo permite por las excelentes vistas y su ubicación junto al mar.
Además de todo lo anterior, en esta taberna se puede degustar un magnífico marisco, pues todas estas tabernas sanluqueñas tienen una fuerte vocación marinera, y en todas las traídas a este blog se apuesta por la calidad. Y sus muchos años de experiencia les dan la razón. Por aquí puede caer desde un duque hasta un torero, un marinero en día de asueto, un estudiante o un parado dispuesto a sacarle a la prestación más sabor, y para todos hay una suculenta oferta, como unas soberbias croquetas de marisco o unas magníficas tortillitas de camarones. Esto no es un bar pueblerino, donde se trata bien al médico y al alcalde, sino una tasca marinera con gran experiencia en el turismo internacional, visitada por reyes, magnates del petróleo y obreros. No va más.
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