Tras una jornada playera inolvidable, nos damos una ducha, nos pefumamos generosamente y nos adentramos en el núcleo urbano, y alli nos espera el que es uno de los mejores restaurantes de la población y de la provincia entera: el Bar Acebrón.
El Bar Acebrón toma su nombre de un famoso palacio en Doñana, el Palacio de Acebrón, a pocos kilometros, que ordenó construír Luis Espinosa Fondevilla. El Palacio se halla dentro de una extensa finca llamada "La Rocina", con una enorme riqueza vegetal, compuesta, entre otras variedades, por fresnos, alcornoques y sauces, y que en aquella época estaba poblada por gran variedad de animales, mayoritariamente equinos (de ahí su nombre) y entre ellos, los acebrones, es decir, los asnos no domesticados.
Don Luis se distinguió por su generosidad para todos los necesitados que acudieron a pedirle ayuda, y también para con los obreros que levantaron su palacio, a los que pagó espléndidamente, y con los conventos y congregaciones de la comarca, a los que dió buenos donativos. Murío sin apenas haber podido disfrutar de su palacio, y debemos agardecerle que levantara obra tan bella y espléndida, que le sobrevivió y que hoy podemos visitar y admirar. Y admirar también cómo vivió esta gente, de las que apenas quedan representantes.
También en Doñana se halla el Palacio del Lomo de Grullo, que es el nombre originario del Palacio del Rey, y cazadero real desde el siglo XIII. En este coto han cazado todos los reyes de España desde Alfonso X el Sabio.
En esta enorme finca habia gran cantidad de ciervos, gamos, rebecos, corzos y jabalíes, de los que aún sobreviben varios centenares.Los otros fueron cobrados en cacerías y algunos lucen sonrientes en el Salón de Trofeos de este Palacio. Esta finca es reserva donde se halla protegido nuestro lince ibérico, hace unas décadas en peligro de extinción, y que tiene aquí un hogar seguro, lo mismo que el águila real. El palacio cuenta también con cuartos de arreos, cuadras, bodega, capilla y habitaciones y salones para uso de la familia real. La riqueza en fauna ibérica de este coto es sin duda extraordinaria. Una rica variedad de aves lo sobrevuela, como garzas reales, espátulas, flamencos, currucas, cigüeñas, alimoches y águilas.
El palacio estuvo siempre en propiedad de la Corona, desde el siglo XIII, hasta que en 1850 Isabel II lo vende al Duque de Montpensier, Antonio de Orleáns, casado con su hermana Fernanda de Borbón. Una de sus hijas hizo algunas reformas, y es con ésta última remodelación como hoy lo concemos. Pero nos dirijimos ya al Acebrón, no al palacio sino al restaurante, y el jamón de Huelva se huele ya desde la puerta.
En el Acebrón hay una cosa que no pasa desapercibida: el jamón ibérico. Estamos en Huelva, y aquí comer buen jamón es religión. Pedimos un poco de jamón con unas manaznillas en rama, y está de caerse de espaldas. Los platos con jamon o lomo de bellota van y vienen continuamente por el bar. Pasamos al comedor, y allí pedimos huevos fritos con pisto.No queremos cambiar de vino y seguimos con manzanilla en rama. Un pisto realmente exquisito, con salsa de tomate casera, y huevos también caseros.
Continuamos con unos solomillitos de ternera poco hechos, con sal en escama, que están sublimes, y terminamos con un flan casero muy bueno que regamos con un vino de naranja. Los vinos de naranja son vinos típicos del Condado de Huelva, que están hechos por el procedimento de criaderas y soleras, como los jereces, y con uva Pedro Ximenez, por lo son vinos dulces y con mucho cuerpo, a los que se ha dejado en maceración durante algún tiempo, una vez criados, mondas de naranjas, que les dan unos matices cítricos muy agradables, que hacen de estos vinos algo verdaderamente exquisito.
Y después de haber visitado "el palacio del jamón", y de haber comido bien y bebido aún mejor, decidimos visitar estos palacios, levantados por estos señores, que pudieron elegir su modo de vida, y que supieron elegir, entre lo bueno, lo mejor, y por ello construyeron sus casas en el lugar más bello y apetecible de la Península Ibérica, dejando aldeanismos aparte.
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