Si es usted de los afortunados que cuentan con una playa en su ciudad, y de los muy afortunados a los que el buen tiempo acompaña desde la primavera, quizá sea este el lugar idóneo donde planear su verano.
En compañía de un amigo o pareja, póngase cerca de donde el mar moja la arena, con el sonido del oleaje como música de fondo, prepárese una clarita (con una lata de cerveza y otra de refresco está hecho, y para repetir) y siéntese en la arena.
Con la única compañía de las gaviotas, estos playeros seres que no necesitan tomar un avión para cruzar el Atlántico, comen pescado fresco todos los días, en las cantidades que quieren, y vienen a descansar a la arena cuando les place (ojalá pudiésemos hacer lo mismo), usted sabrá que necesita su cuerpo y que anhela su mente. Sabrá distinguir lo que verdaderamente le gusta de lo que no, lo importante de lo superfluo, lo verdadero de lo falso (como decía Cervantes en boca del Quijote: "Amigo Sancho, la luz del sol lo pone todo al descubierto"), lo que cuenta de lo que no cuenta, lo que quiere y lo que no.
Aléjese por un momento del ruido y la contaminación, producidos ambos por maquinas y también por personas, del mal gusto, de la estridencia, de la horterada, y seguro que su pensamiento será mas atinado y certero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario