Seguimos de ruta por bares donde solamente se va a beber y acudimos a la que es considerada por sevillanos y asiduos visitantes la mejor cervecería de Sevilla: El Tremendo.
Me concedo en este caso una pequeña licencia. Nunca habría comentado en este blog un local con las carpinterías de aluminio. Va contra mis creencias. Pero la singularidad del establecimiento, la excelencia en su cerveza y el mayoritario plebiscito con que los sevillanos han aprobado ( y con nota alta) este establecimiento, hace que no pueda faltar en esta relación de bares de Sevilla de obligada visita.
Y si además, la cerveza que se tira es Cruzcampo, con más motivo todavía. Si usted es amante de la cerveza, y todos debemos serlo alguna vez, bien porque es cervecero de vocación, bien por motivos económicos, bien porque prepara para la cata de vinos, bien porque constituye un buen aperitivo, bien porque estamos en la playa, o bien por pura y legitima afición, tan legítima como cualquiera, no puede perderse este bar.
Se trata de un pequeñísimo bar en el número 1 de la calle San Felipe, en pleno Barrio de Santa Catalina. Las dimensiones son similares a las de un pequeño burguer, con una pequeña barra, un poco de espacio en torno a ella, el aseo y poco más. Es tan pequeño, y tan grande el consumo de cerveza, que los barriles se amontonan junto a la puerta, esperando a ser conectados al mágico surtidor de cobre en pocos minutos. Es, en Sevilla, el bar que más barriles de cerveza consume: unos 10 al día, que en los meses cálidos son muchos más.
Esto tiene su explicación: al placer de tomarse las mejores cañas de Sevilla, se une el de hacerlo en la calle. Sí, porque los que somos gariteros, somos gatos callejeros, y nos gusta callejear. La cerveza manará fresca de unos grifos de cobre, únicos en la ciudad, será perfectamente tirada en el vaso, y nos sabrá como ninguna otra. ¿Qué cerveza? Pues, sin duda alguna, Cruzcampo.
Porque es la cerveza de Andalucía, de toda España, y es una magnífica cerveza, dejando localismos y aldeanismos aparte. Con su punto justo de amargor, debido a una proporción correcta de lúpulo. Con una gasificación perfecta, con un burbujeo perfecto, con una espuma del tono de blanco que debe tener este tipo de cerveza, con discretos matices de pan y levaduras, y con un color amarillo dorado único.
Y si, además, mana de uno de los dos grifos de cobre del bar, mejor que mejor. Y si esta realmente fría, no con la temperatura media que se estima que va a gustar al mayor número de personas, sino bien fría, todavía mejor Y si todo esto lo saboreamos en Sevilla, la ciudad más bella del mundo, muchísimo mejor. ¿Es necesario añadir algo más?
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