En el número 86 de la sevillana calle Pagés del Corro, se halla este simpático bar de nombre rociero, en pleno barrio de Triana. Su especialidad son las tapas, que es una de las mejores formas de comer. Cuando se sale de tapeo se come rico, variado, abundantemente regado y además barato, no muy barato, pero barato si lo comparamos con un restaurante a la carta, y muy divertido.
Para ello, es muy aconsejable el barrio de Triana, pues al mismo tiempo que vemos parte de la Sevilla monumental y de la vida cotidiana de su gente, de su ir y venir, visitamos sus bares, que es uno de los mejores modos de conocer una ciudad.
Decíamos que su especialidad son las tapas, porque aquí la cocina se expresa en tapas, con una variedad amplísima, y con una calidad extraordinaria. No solo están las tapas de la cocina tradicional andaluza, que no deben faltar nunca en cualquier bar que se precie, y deben estar perfectamente elaboradas.
Esto es indispensable, y hay que empezar por ahí. Pero se pueden complementar, nunca sustituir, con otras de elaboración personal, siempre con calidad en los ingredientes, en la elaboración, en la presentación y en el servicio, hechas con verdad, sin tomaduras de pelo ni clavos clamorosos.
Recitar, que así se llama al hecho de decir las especialidades en voz alta y clara por parte del tabernero o camarero, todas sus tapas, sería demasiado largo, pero citaremos, adelantando que todas están buenas, los canelones de ibéricos y boletus en salsa de queso azul, las hamburguesas de gambas al ajillo, los medallones de buey, el queso de cabra gratinado con frambuesas, las alcachofas salteadas con jamón, el lomo de ternera de Ávila, el bacalao a la parrilla, la corvina a la plancha, el solomillo a la pimienta o una espectacular ensaladilla.
Todo rico y barato, con cañas bien tiradas y amplia y cuidada selección de vinos.¿Se puede pedir más?
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