En este lugar había una mina de hierro, en la que se trabajaba bajo la dirección de un ingeniero norteamericano, Jennings Cox. Un día reibió la visita de unos compatriotas y, al comprobar que se había acabado la ginebra, bebida a la que estaban más acostumbrados sus colegas, decidió ofrecerles ron, que suavizó con un poco de azúcar y al que añadió zumo de limón, para hacerla más apetecible. El brebaje cautivó inmediatamente a todos.
Hasta tal punto que decidieron comentarlo y demandarlo en el hotel donde se hospedaban, el hotel Venus, en su bar Americano. El cóctel se extendió por toda la Habana rápidamente, llegando al prestigioso hotel Plaza. Allí lo cata el célebre Constantino Ribalaigua, propietario del mítico Floridita, quien inmediatamente lo incorpora a su negocio, haciendo algunas variantes sobre el daiquiri.
El almirante norteamericano L. Johnson lo prueba alli, y lo da a concer en el Club de la Marina de Washington, desde donde se extiende por todos los Estados Unidos. Ernest Hemingway tomaba su daiquiri asiduamente en el Floridita y fue unos de sus más fieles consumidores.
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