miércoles, 16 de diciembre de 2015

BARES ANTIGUOS DE JEREZ:BAR JUANITO


 Era el año 1943, cuando Juan Rodríguez abrió un pequeño bar en la Jerezana Plaza de la Hierba, al que llamó, simplemente, Bar Juanito. Se trataba de un pequeño local, en cuya barra no se podían apoyar más de una docena de clientes, pero tenía el encanto de lo auténtico. Pronto comenzó a llenarse de clientes, que atraídos por el "buen rollo" que había en el bar, y el buen hacer en la cocina, en especial los pajaritos fritos, se hicieron asiduos del establecimiento. En poco tiempo, todo Jerez pasaba por Juanito a tomarse un fino o una cañita, acompañada por tan típica tapa andaluza.


Eran tiempos donde la gente no tenía tanta prisa, tiempos en que la gente no iba por la calle como si estuviera buscando un inodoro, donde había pocas prisas. donde la gente no iba de casa al trabajo y viceversa sin parar en ningún bar, no sea que estuviera haciendo algo poco práctico, donde se veía casi a diario con los amigos, antes de que éstos tomaran los hábitos y formulasen los votos perpetuos, en forma de matrimonio.


En aquellos tiempos, bastaba con entrar en el bar, pedir un cañita o un vino, y ya se había montado. Pronto aparecían colegas, clientes habituales que ya se conocían, obreros que tomaba su golpe de coñac antes y después del trabajo, al tiempo que camareros locuaces y encantados de trabajar en "eso" rellenaban las copas y participaban de la charla.


Corría el vino, se montaba el jaleo, se bebía, los bares se mantenían durante décadas y las reuniones y tertulias también. Nadie sabía lo que estaban poniendo en televisión y eso les importaba una mierda. Juanito un día tomó el vuelo, lo mismo que los pajaritos que servía en su bar, y partió al viaje del que no se ha de tornar. Le sucedió tras la barra su hijo Faustino, que heredó de su padre, además del bar, el secreto de la filantropía, como dijo el poeta, y algunos otros que el vino revela sólo a los elegidos



Cuando el bar cumplió cuarenta años de buen rollo, y fidelidad de sus clientes, Faustino lo llevó a la calle Pescadería Vieja, donde hoy está, para albergar a su numerosa y fiel clientela. Los establecimientos como Juanito tienen, entre otras muchas, una virtud: que revitalizan todo aquello que está próximo. como los bares vecinos. Se crea un punto de peregrinación, y se benefician todos los de  alrededor..Los clientes van de un bar a otro, e incluso los imbéciles que no entran en ninguno, mirando con cara de idiota  desde fuera, acaban entrando ( a meter la nariz, nada más) y acaban recalando en todos los bares de la zona. Y esto es lo que ocurrió con la jerezana calle Pescadería Vieja. El bar Juanito fue como el abono que cayó sobre la tierra, e hizo que la calle floreciese como las margaritas sobre los campos en los comienzos de la primavera.


Para conocer y sentir una ciudad hay que ir a las viejas calles, y para conocer y sentir a sus gentes hay que ir a los viejos bares . Para ignorantes, imbéciles, y nuevos ricos, quedan los bares minimalistas. Que los disfruten. En Juanito encontrarán el Jerez antiguo, el auténtico, que permanece al margen de modas efímeras y horteradas varias.



Estos bares antiguos, con una atmósfera que sólo el paso del tiempo puede dar, con la categoría de lo antiguo, con el encanto de lo auténtico, con la verdad que sólo lo verdadero puede dar, te transportan a otra época, en la que cualquier tiempo es mucho mejor que el actual, no a nivel personal, pero sí a nivel social. Pero ahí están, esperando que a la gente se le pase la prisa, se le pasen el bastardo afán de hablar del vecino, se le curen los complejos y se quiten las telarañas, la caspa y la mala leche que viene arrastrando por falta de buen vino.. Aquí no se viene a presumir de que el piso en el que vives tiene veinte metros más que el de fulanito, de que tiene un wc más por si en el piso hay una diarrea compartida, de que si mi cónyuge gana más que el tuyo, y demás mierdas de gentes de pésimo nivel intelectual y mal talante, muy abundantes hoy en las clases medias emergentes, y muy escaso en las élites y en las clases más desfavorecidas de nuestra sociedad. Hay gente que son toda la vida nuevos ricos sin haber sido nunca ricos.


El Bar Juanito tiene una larga vida y una larga barra, que es el abrevadero donde nos saciamos y que, por su carácter de primera necesidad, está nada mas entrar. Y nada mas entrar, aunque la barra esté llena, usted tendrá su bebida en la barra.Da lo mismo que esté en tercera fila, le saludarán y  le preguntarán qué quiere.  El frente de la misma está revestido del típico azulejo jerezano, y en la contrabarra encontramos también un enorme alicatado hecho con  dibujos a mano. A través de unos arcos pasamos a la zona de mesas, pero si queremos beber y comer al aire libre, Juanito tiene también unas mesas bajo toldos y abundancia de plantas que dan un ambiente muy agradable. Es una delicia comer allí cuando los primeros días soleados nos recuerdan que la primavera y el verano están muy cerca.


En cuanto a la gastronomía, podemos comer bajo la modalidad de menú o a base de raciones y tapas, entra las que destacan las famosas alcachofas de la casa, que han recibido el Primer Premio Nacional de Tapas, las papas aliñás, la lengua mechada o unos excepcionales guisos, entre los que hay que destacar los fideos con gambas, o la carrillada de ternera o las mollejitas a la plancha.Y los mejores vinos de las tierras andaluzas. El Bar Juanito monta siempre una caseta propia en la Feria de Jerez, para poder atender a sus clientes y amigos dentro del Real de la Feria. Empiece a ahorrar, que las vacaciones están ahí al lado. Y Jerez, también.








miércoles, 9 de diciembre de 2015

BARES ANTIGUOS DE JEREZ: BAR LA MODERNA

En el número 67 de la calle Larga abrió sus puertas en 1938 el Bar La Moderna. El establecimiento se halla en una curiosa edificación en pleno casco antiguo de Jerez: en su frente da a la calle Larga, y en su espalda da a la antigua  muralla jerezana, que le sirve de muro medianero trasero. Se halla totalmente abierto al exterior en su fachada, formada por cuatro columnas, que dejan tres vanos entre ellas, coronadas por unos petos, donde se hallan el nombre del establecimiento y  los orificios de ventilación.


Accedemos al interior, y aparece en primer término una antigua barra de madera, donde ya nos podemos apoyar y degustar los vinos y el exquisito tapeo jerezano. Manzanillas, jereces, vinos del Condado de Huelva y todos los vinos andaluces reposan en los anaqueles. Tras ella, vetustos carteles taurinos en las paredes y viejas fotografías de célebres toreros nos revelan una antigua vocación taurina de este especialísimo bar.


Pero si nos queremos sentar a tapaer con calma, pasamos a la zona de mesas, que son antiguas máquinas de coser, con su pedal, sobre las que se ha dispuesto una losa de mármol blanco..Las paredes presentan un zócalo a media altura, sobre el cual, cuelgan antiguos grabados y carteles de motivos taurinos y viejos anuncios de vinos y licores


Pasamos a través de un arco carpanel rematado en ladrillo, y vemos ya el empedrado de las viejas murallas, en el que se han embutido largas vigas que soportan las altas techumbres, todo ello en madera. Antiguas lámparas cuelgan del techo, dando una iluminación muy especial sobre la piedra de los paramentos.


Todo Jerez pasa por La Moderna. Su encanto radica en su sencillez y autenticidad. La decoración está formada por los propios elementos constructivos, con la excepción de  los antiguos carteles de corridas de toros y fotos en blanco y negro de algunos diestros. El ajetreo en este bar comienza ya por la mañana, con el servicio de infinidad de cafés con su tosta de manteca colorá. Sigue con el pinchito de tortilla de media mañana y continúa con el aperitivo, en el que la tapa estrella son las lagrimitas de pollo. La tapa consiste en pequeños pedazos de pollo guisados con vino tinto, que quedan muy tiernos y con un gusto vinoso muy bueno.Pero no queda ahí la oferta gastronómica, que se compone de lo mejor del tapeo jerezano: chicharrones, chacinas ibéricas y quesos muy viejos. No se puiede pasar por Jerez sin entrar a tomar un fino o una cerveza en La Moderna y disfrutar de la charla de sus parroquianos y de esos silencios únicos de los viejos bares andaluces. En la calle Larga, número 67, se halla esta maravilla.