lunes, 2 de enero de 2017

LOS GRANDES VINOS FRANCESES, PREMIER CRU CLASSÉ: CHÂTEAU LAFITE ROTHSCHILD


 El Château Lafite recibe su nombre de un comerciante de vinos, Gombaud de Lafite, que había sido abad del vecino monasterio de Vertheuil.  En el año 1234, adquirió la finca, con sus casas y viñedos, en el noroeste de Burdeos, en la región vinícola de Médoc, concretamente en el lugar de Paulliac.


La finca pasa, en el XVII, a propiedad de la familia Ségur. Hacia 1670, Jacques de Sègur, replanta con nuevas vides casi la totalidad de la finca, estructurándola en distintos viñedos, con distintas variedades de uva. Le sucede al frente de la bodega su hijo Alexandre de Ségur, que continúa la misma línea que había establecido su predecesor, con la misma estructura de viñedo y la misma técnica elaboradora y de crianza, y manteniendo la misma tradición de calidad y prestigio.


Alexandre de Ségur casa, en 1695. con la heredera del Château Mouton, Teresa de Clausel, y tiene un hijo, al que llaman Nicolás Alexandre, y que más tarde sería conocido como "el Príncipe de los Viñedos". Se unen así dos importantes dinastías del viñedo francés, propietarias del Château Lafitte y del Château Mouton. Nicolas Alexandre de Sègur sería uno de los más grandes propietarios y elaboradores de vino de Burdeos, agrupando bajo su propiedad cuatro châteaux con sus respectivos viñedos y tendría una gran amistad con Louis Armand de Vignerot, mariscal de Francia, y con el Rey Luis XV, que serían dos de sus más fieles clientes y amantes de su vino.


Ya en el siglo XVIII,  Nicolas Alexandre de Ségur, ha adquirido gran destreza en la elaboración y crianza de vinos, y consigue colocar su Château Lafite en la Corte y en los cateaux y  palacios urbanos de la aristocracia francesa. El Château Lafite adquiere un gran prestigio entre la nobleza y clases dirigentes europeas, e incluso venderá su vino en los Estados Unidos de América. Thomas Jefferson, que luego sería el tercer presidente de EEUU, había estado, a finales del XVIII de embajador en Francia, y había conocido los vinos bordeleses, visitando los chateaux que elaboraban los Premier Cru.


 Jefferson, verdadero experto en vinos, tenía especial afición a los de Burdeos, y durante su misión diplomática en Paris, y más tarde como III Presidente de EEUU, bebía habitualmente el Château Lafite y otros Premier Cru, de los que importaba varias barricas cada año a América.


El mariscal  de Richelieu, Louis Armand de Vignerot, sobrino nieto del Cardenal Richelieu, fue uno de sus mejores propagandistas y quien lo introdujo en la Corte, invitando al Rey Luis XV a probarlo, que, inmediatamente, se convirtió en uno de sus mejores clientes, A partir de ese momento, se llamará a este vino "el Vino del Rey" y  a Nicolas Alexandre el "Príncipe de los Viñedos".


Es la familia Ségur la que hace del Château Lafite, en gran parte, lo que es hoy día. En 1716 se pone al frente de la bodega Nicolas Alexandre de Ségur, nieto del fundador, que haría una gran labor en el château. Estructura la plantación del viñedo, aporta sus enormes conocimientos en materia de vinos, posiciona el vino entre las clases pudientes de Francia y casi toda Europa,  parte de  de los EEUU, y muy especialmente en  Inglaterra, donde se genera una gran demanda entre la aristocracia y el poder político y económico inglés. y su Primer Ministro, Robert Walpole, adquiere desde 1732 una barrica cada tres meses,


Pero en 1789 estalla la Revolución Francesa, y el Rey y buena parte de la aristocracia es ejecutada. No se libra de ello esta familia, que es ejecutada en 1794, y su propiedad pasa a manos del Estado Francés, que la revende en 1797 a un grupo de inversores holandeses.


En 1818, estos inversores y comerciantes de vinos, venden la propiedad a los Vanlerberghe, también holandeses y comerciantes de vinos, pasando la titularidad a la esposa de Ignace Vanlerberghe, Barbe Rosalía Lemaire.       Lejos de profanar el soberbio vino con cutres planteamientos comerciales, los Vanlerberghe consiguen algunas de las mejores cosechas de la historia de la bodega, manteniendo el prestigio que perseguia su fundador, Gambaud de Lafitte, y que habían consolidado los Ségur



En 1868, el Barón James de Rothschild adquiere a un heredero de Vanlerbergue la propiedad, con su viñedo, château, y bodega elaboradora de vino, que a partir de esa adquisición se denominará Château Lafite Rothschild.


El Baron de Rothschild hizo la compra el 8 de Agosto de 1868, pero lamentablemente, falleció el 8 de Noviembre, y solo pudo disfrutar tres meses su nueva faceta de bodeguero. Sus hijos Alphonse, Gustave y Edmond heredaron la propiedad y se hicieron cargo del negocio ese mismo año.


Los años siguientes fueron duros, no sólo para el Château Lafite, sino para todo el viñedo francés, y también para el español y buena parte del europeo. La filoxera entra en Francia precisamente por Burdeos, al importar cepas del Este de América. Estas cepas traen consigo un insecto al que la vid europea no era resistente: la filoxera. Este pequeño insecto devora las raíces y las hojas de las cepas europeas, y arruina sus cosechas durante más de una década.


La solución estuvo en realizar un injerto de otras cepas americanas, que eran resistentes a la filoxera, en las cepas europeas. Pero se había perdido ya más del cuarenta por ciento de la producción vinícola francesa en todos estos años. Muchas bodegas se arruinaron, y sólo el respaldo financiero que aportó el Barón de Rotschid salvó a su Château Lafite de la quiebra.


El chateau afronta el cambio de siglo bajo grandes calamidades, y a ello se suma una serie de cosechas pésimas entre 1882 y 1886, a las que afortunadamente suceden otras cosechas de excelente calidad, como las de 1899, 1900 y 1906.



A esto le suceden dos guerras mundiales, con el quebranto económico que ello supone, y la crisis económica de 1929 entre ambas. Nuevamente, su afición por este oficio y su fortuna hacen que Rosthchild salve de nuevo a su Lafite. A ello se suma el hecho de que durante la Segunda Guerra , el ejército alemán se instale en el Château Lafitte durante toda la ocupación, y vacíe sus bodegas, que se encuentran en el subsuelo, bajo el chàteau.

En su kilómetro cuadrado de viñedo, el Château Lafite mantiene una producción anual de unas trescientas mil botellas, de la cuales un tercio aproximadamente va destinada a segundo vino (deuxième cru) y los dos tercios restantes a su premier cru, que es la denominación que se da en Burdeos a los mejores vinos.


Esta denominación tiene su origen en el año 1855, con la celebración de la Exposición Universal de Paris. Se prevée una gran afluencia de visitantes de todo el mundo, y aunque éstos vinos ya eran conocidos en muchos países, se hace necesaria una clasificación de los mismos, atendiendo a su nivel de calidad y su procedencia, para evitar que se dañe la imagen internacional de los grandes vinos franceses con la oferta de otros vinos de inferior calidad, pero pretendidamente de primera categoría.


Para ello, Napoleón III ordena la Clasificación Oficial del Vino de Burdeos de 1855. Aquí se origina la denominación Gran Cru Classé, que se otorga sólo a 61 vinos franceses. Esta categoría se divide en cinco clases, de las que sólo se otorga la primera clase, o Premier Cru, a cuatro vinos: Château Margaux, Château Haute-Brion, Château Latour y Château Lafite. Los otros 59 vinos restantes, se encuadran en las otras cuatro clases de los Gran Cru Classè.


Debe destacarse que en esta Clasificación Oficial del Vino de Burdeos de 1855, se hizo una clasificación separada para los vinos blancos, procedentes mayoritariamente de las comarcas vinícolas de Sauternes y Barsac, en la que sólo 9 blancos alcanzaron la categoría Gran Cru Classè. A otros 11 se les clasificó como Deuxiéme Cru, segunda categoría, pero también de gran prestigio. Y sólo a uno de ellos, se le dio una categoría especial, única: Premier Cru Supérieur, al sauternes blanco Château d'Yquem, algunas de cuyas botellas han batido todos los récords mundiales de cotización, incluyendo a los tintos.


Esta Clasificación Oficial del Vino de Burdeos sigue vigente hoy dia, y en esa intocable relación de grandes vinos, solo se ha producido una adición: la inclusión entre los Premier Cru del Château Mouton Rotschild en 1973, gracias a su excelente calidad, y no a las influencias de su multimillonario dueño,  el Barón de Rotschild, como algunos  han pretendido.


En este kilómetro cuadrado de viñedo, se cultivan distintas variedades de uva, para hacer el "coupage" que ha hecho famoso al Lafite en el mundo entero. Los porcentajes de terrenos cultivados con cada uva son aproximadamente: 70% de Cabernet Sauvignon, 25% de Merlot, 3% de Cabernet Franc, y un 2% de Petit Verdot. Los porcentajes del coupage los marca cada año el enólogo de la bodega, según ha sido la cosecha,  pero habitualmente varían entre un 80 o 90% de Cabernet Sauvignon, entre un 5 y un 20% de Merlot, y el resto se reparte entre Petit Verdot y Cabernet Franc. Cuando la cosecha es extraordinariamente buena en uva Cabernet Sauvignon, se hace, excepcionalmente, sólo con esta variedad, como en 1901



En 1945 termina la Segunda Guerra Mundial y comienza una dura posguerra, con su secuela de destrucción y pobreza, pero afortunadamente, se dan una serie de excelentes cosechas, en 1945, 47 y 49, que dan un soplo de optimismo a la bodega, que recupera su prestigio  en los mercados internacionales y, por supuesto, en Francia.



El Baron Élie de Rothschild es el responsable de la rehabilitación de la propiedad tras el conflicto. Define un plan de recuperación del viñedo, rehabilitación de las edificaciones y reestructuración de la dirección comercial y administrativa de la bodega.

Su larga experiencia como banquero, su sólida formación vinícola y su conocimiento del mercado de vinos y licores, le permiten reorganizar eficazmente los mercados internacionales del vino y sus propios canales de distribución.


Cierto es que se enfrenta a mercados muy deprimidos económicamente tras la guerra, relaciones internacionales muy deterioradas entre distintos paises, y niveles de consumo muy reducidos, pero la enorme calidad de las cosechas de esos años, la labor de Rotschild para recuperar viejos clientes de referencia, y el gran respaldo financiero aportado por la Banca Rostchild, hacen que el Château Lafite asome la cabeza sobre esas turbulentas aguas y recupere su gran posicionamiento internacional.


Élie reorganiza la prestigiosas catas internacionales de vinos que se celebraban en Inglaterra antes de la guerra, como capital mundial del comercio marítmo y, por extensión, del comercio internacional de vinos y destilados. Los vinos de Burdeos recuperan su lugar entre los grandes vinos del mundo, y se relanza todo el viñedo francés, y también el español, especialmente en lo referente a los grandes jereces envejecidos y los brandys añejos jerezanos, de gran aceptación en el mercado británico.


Llegan los prósperos años sesenta. y con ellos, el despegue de buena parte de de las economías mundiales y, como consecuencia, un gran crecimiento de los mercados internacionales.Se inicia esta década con una excelente cosecha, la del 61, que abre un período de gran expansión comercial.


En los setenta toma la rienda de la bodega el Barón Éric de Rotschild, sobrino de Élie. Las desastrosas cosechas de 1972, 73 y 74 hacen tambalearse el prestigio internacional de los vinos de Burdeos. Cae la demanda y el consumo y con ello los precios. pero la gran cosecha del 75 hace que se restaure el prestigio de Burdeos en el panorama internacional del vino y se recuperen niveles de consumo, demanda y precios propios de estos vinos.


En los ochenta llega una pequeña revolución tecnológica al mundo del vino, con las incorporación de grandes cubas de acero inoxidable y un gran avance en los tratamientos fitosanitarios Es la década de la renovación, que Eric, gracias a sus grandes conocimientos en materia vinícola, capitanea con gran acierto.


 Se produce también una expansión en los viñedos, con las adquisición de nuevos "Domaines Barons de Rotschild" (o propiedades o dominios del Barón de Rotschild), no solo en Francia sino también en Sudamérica, como los viñedos adquiridos en unos terrenos que parecen creados para el cultivo de la vid,  los del Valle de Colchagua, concretamaente la viña llamada "Los Vascos", en Chile.



Se produce el cambio de milenio con unas bodegas llenas de botas de vino de cosechas muy prometedoras, que revelarán dentro de pocos años todas sus excelencias. Uvas que han recibido mucho sol y poca lluvia, que reposan en el silencio de la bodega, en espera de que el tiempo, el mejór enólogo, haga el milagro....y Rostchild hará el resto.


La finca del Château Lafite tiene una superficie de 112 has, de las que 103 están plantadas con viñedos, en las proporciones necesarias para hacer este vino: 70% de viñedo dedicado a Cabernet Sauvignon, 25% a Merlot,, 3% a Cabernet Franc y 2% a Petit Verdot.


El viñedo tiene unas cepas con una edad media de 40 años, siendo las cepas más antiguas las de la parcela "La Graviére", que fue plantada en 1886, y presentando las cepas más jóvenes una edad de 10 años, cuyas uvas no son utilizadas en la composición varietal del Preimer Cru. Se intenta mantener la antiguedad de las cepas, que sólo excepcionalmente son arrancadas, cuando pasan de los 80 años de edad.Se vendimia manualmente, sin presión en los granos y transportando a la bodega en cajas con menos de 20 kg de uvas.


La vendimia de cada parcela (cada pago) se hace individualmente, a fin de mantener las características que da el "terroir" o terruño, que dependen, en gran medida, de la composición mineral y orgánica del suelo, el grado de humedad, la intensidad de los vientos, nivel y ángulo de insolación, drenaje, antigüedad del viñedo. altitud y latitud. Todo esto influye en el fruto, que tendrá una identidad reflejada del terruño donde se crió, y se revelará en sus olores, colores, sabores y demás caracteres organolépticos que presente.  Cada cepa encontrará en el terruño en que se asiente su medio, más o menos idóneo, para evolucionar y mostrar su identidad y sus matices.


 Después el enólogo de la bodega, determinará el momento óptimo de vendimiar, el coupage más adecuado, considerando el terroir de cada vendimia,  para el vino que se quiere hacer.  Marcará los tiempos de cada fermentación, y de guarda en barrica y en botella, y será quien dé al vino las características de su identidad final.


"El vino nace en el viñedo" es un precepto universal, que se sigue en esta bodega, y por ello, la cosecha de cada parcela se trata en sus tinas, separadamente, para preservar todas las características de su "terroir". Tras la fermentación alcohólica, se hace una cata que nos dirá muchas cosas de esta cosecha. Tras ello, se procede a la fermentación maloláctica, en las cubas destinadas a tal efecto, manteniendo la selección hecha antes, y haciendo la vinificación en lotes separados.


El tostado de cada barrica, realizado en la bodega, será siempre el adecuado para la vinificación que se pretende realizar en cada lote. para lo cual, en el proceso de tostado, en el mes de diciembre, se realizan catas de cada barrica, a fin de darle el tostado exacto para el vino que se va a elaborar.


En el mes de marzo, se realiza el ensamblaje con el primer trasiego de barricas. Comienza entonces el envejecimiento del vino, entre 18 y 20 meses, y tras este periodo, se realiza una clarificación del vino para eliminar los sedimentos, y se procede a su embotellado, que se produce en el propio château, No en vano su nombre nos indica que es un vino de château, es decir, un vino elaborado sólo con uvas del propio viñedo, fermentado y criado en el propio château, y embotellado en el mismo.



Vinos

Vamos a empezar por el segundo vino (Deuxieme Vin) de Lafite, al que se ha dado el nombre de Carruades de Lafite, por estar hecho con las uvas procedentes de unos terrenos en la meseta de Carruades, que se hallan detras del chateau, y fueron adquiridos en 1845. En su segundo vino, suele haber una mayor proporción de merlot que en el primer vino o Premier Cru, aunque las porcentajes de uva los determina cada año el enólogo de la bodega, para que cada uva aporte sus matices al coupage en la proporción correcta, a fin de obtener el vino más exquisito.


Continuamos con el primer vino: Chateau Lafite Rotschild Premier Cru Classe, el "Gand Vin" de Lafite y uno de los mejores vinos del mundo. A sólo cuatro vinos de Burdeos, además del Chateau Lafite, se les ha otorgado la categoría Premier Cru. Este es el vino que el Cardenal Richelieu, uno de sus fieles seguidores, recomendaba al Rey de Francia como "el elixir de la eterna juventud", y lo definía como el más exquisito que había probado jamás.Y el Rey, siguiendo su recomendación, lo bebió hasta su fallecimiento. Thomas Jefferson fue otro de sus mejores propagandistas, y lo consumió toda su vida, incluso ya antes de ser el tercer presidente de EEUU.



No vamos aquí a describir todas sus cosechas, simplemente apuntar que las proporciones del coupage suelen estar en torno a un 85% de Cabernet Sauvignon, un 10% de Merlot, y el resto se reparte entre Petit Verdot, y Cabernet Franc, en su caso. En casos excepcionales, como la cosecha de 1961, se hace con un 100% de Cabernet Sauvignon, o con un 99% de Sauvignon y un 1% de Petit Verdot, como en 1994.


Analicemos la cosecha más reciente, de las que ya se pueden comprar: la de 2014. El vino habrá estado ya entre 18 y 20 meses en barrica. barrica de roble americano nueva, a la que se habrá dado el punto de tostado adecuado a este vino, en la propia bodega, donde los toneleros habrán hecho un fino trabajo siguiendo las instrucciones del enólogo de la misma.


Los porcentajes de uva elegidos para el coupage de esta cosecha fueron: un 87% de Cabernet Sauvignon, un 10% de Merlot y un 3% de Cabernet Franc.


En la época de descanso de la vid, (noviembre-febrero) las abundantes lluvias aumentaron notablemente el nivel de agua en los estratos freáticos del terreno. Es resto del invierno se ha caracterizado por la escasa pluviosidad, las temperaturas benignas y la casi ausencia de vientos durante una quincena. Con el inicio de la primavera a finales de marzo, ( brotación y crecimiento del fruto), las altas temperaturas, el alto nivel de insolación y la sequedad medioambiental, han contribuído a una buena maduración de la uva, y  han dado como resultado una cosecha con las mejores expectativas, una cosecha llena de promesas.


 El envero se ha producido en dos momentos distintos: en los últimos dias de julio y en la segunda quincena de agosto. Por ello, la vendimia se ha realizado en dos fases, adaptándose a estas dos pintas que se han producido separadamente, aún en las mismas cepas. Se ha hecho un fino trabajo de selección, para escoger el punto adecuado de maduración de cada fruto para su vendimia.

 El momento óptimo de consumo de esta cosecha será dentro de diez años, momento en que sabremos si aquellas promesas se convierten en excelentes realidades




EL ROSCON Y EL VINO


Para la comida del día de reyes, lo más importante no es la comida, sino el postre. Y para los que pedimos algo más que una buena comida, nos espera la verdadera joya enológica de nuestra vinicultura: el vino de Jerez dulce, en sus distintas variedades, un vino único en el mundo y reconocido en todo el mundo, siendo España, lamentablemente, uno de los sitios donde es menos conocido. Lo que no se conoce no se valora, y la ignorancia no es una buena compañera.


En el roscón de reyes buscaremos las sorpresas, en el roscón que supone el nuevo año, buscaremos también nuestras sorpresas, y en el vino de Jerez buscaremos sensaciones tenues, sutiles, magníficas, que nos dirán que en este mundo es bello si uno se sabe mover por él.


Y como a la ignorancia la vence el conocimiento, me permito sacar del arcano a un gran vino como es el amontillado viejo El tresillo 1874, de Bodegas Emilio Hidalgo. Bodegas Hidalgo, con su buen hace bodeguero, y en medio de Jerez, en la calle clavel, en pleno casco viejo jerezano, y tambien con delegación en Londres, pues los ingleses no ignoran todo ello, ofrece esta joya enologica que se ha criado en barricas de cuando nustros bisabuelos no habian nacido, y el ferrocarril estaba dando sus primeros pasos.

Envejecido en las soleras fundacionales de esta bodega, en 1874, este amontillado viejísimo es una verdadera joya, con una crianza de más de 50 años. en las botas de roble americano con que se fundaron estas bodegas. De color caoba rojizo, elegante, con mucho cuerpo, denso y untuoso, con aromas complejos e intensos, con notas de almendra, vainilla, barnices, caramelo, miel,  y viejas maderas jerezanas, con maravilloso postgusto. Hay muy pocos vinos de esta categoría. Con lo que queda de dinero, haga un pequeño esfuerzo y consiga una de estas escasas botellas que tienen tantas cosas dentro.









MENÚ PARA LA CENA DEL DÍA CINCO

En una celebración donde todos deben disfrutar y nadie estar demasiado ocupado, sugiero un menú elaborado unas horas antes y enfriado en nevera. Para servir en frío, ligero y fácil, y para todos los bolsillos.

Empecemos por los entrantes. Aconsejo los indispensables langostinos, bien fríos, acompañados por una salsa mayonesa y una vinagreta. Económicos y deliciosos. Mejor cómprelos ya cocidos, así evitamos el trabajo de encontarlos bien frescos.  Algunas superficies comerciales de cierto nivel, los ofrecen ya cocidos, en su punto de sal y cocción. Siempre se cuecen langostinos en buen estado y se elaboran correctamente. Aconsejo un vino blanco, bien frío, y en abundancia, y si hay que definirse más, un Jerez seco.


Sigamos por el primer plato. Yo sugiero volver a los orígenes de la "socialización de la alta cocina". Recordemos, como comentábamos en uno de los post que hablaban de la historia de la gastronomía, que el punto de comienzo de la extensión de la alta cocina entre el pueblo fue la Revolución Francesa. Los aristócratas fueron ejecutados y los cocineros de los palacios, ya sin patrón, buscaron un un nuevo medio de vida poniendo casas de comidas, principalmente en las grandes ciudades, y empezando por Paris.


Pero algunos, viendo la que se avecinaba, decidieron partir unos años antes. Y evitar ese baño de sangre, que, en sus alardes revolucionarios, bien podía incluir en la lista de candidatos a la guillotina a los que durante años habían colaborado tan estrechamente con la aristocracia, aunque sólo fuera para preparar los menús y administrar la despensa.

Uno de ellos fue Lucien Olivier, que llegó en su emigración hasta Moscú. Alli abrió un restaurante que se haría muy famoso, al que llamó Hermitage. Y en este restaurante dio a conocer su "ensalada Olivier". La receta original era: patata, huevos, zanahoria, cangrejo, urogallo, todo ello cocido, aderezado con alcaparras, pepino, caviar ruso, y ligado todo con mayonesa. Aunque no tengamos todos estos ingredientes, pongamos los que podamos y tomemos este plato con el mismo vino blanco que el marisco.


Continuemos con un buen surtido de fiambres, entre los que debe estar, aunque sea en pequeña cantidad, el jamón y el lomo ibérico. Reguemos estos manjares con el mismo Jerez, que mantendremos bien frió. O con un buen tinto.Si el bolsillo anda escaso, un tinto joven, con sus toques frutales muy apreciables, fresco y fragante, es una buena elección.


Y como postre, y para limpiar el paladar y prepararlo para los destilados, una piña natural cortada en rodajas, espolvoreada con azúcar abundante y metida en la nevera unas horas antes.


Y empecemos los destilados con el Rey de los Cócteles: el daiquiri, cuya fórmula ya hemos dado en los post dedicados a coctelería. Y por favor, no digan nunca "mixología", barbarismo compuesto por el verbo inglés "mix" (mezclar) y el término español de origen griego "logos" (referente a la técnica de, tratado de..). Coctelería es uno de los pocos términos usados en la técnica del servicio de bebidas de origen francés, pues en esta especialidad de las bebidas, casi toda la terminología está en inglés, ya que son los anglosajones los grandes maestros en el arte de elaborar y mezclar destilados, mientras que la terminología de la alta cocina está casi toda en francés, pues fue creada por los franceses, que fueron los pioneros de la alta cocina internacional.