miércoles, 16 de diciembre de 2015

BARES ANTIGUOS DE JEREZ:BAR JUANITO


 Era el año 1943, cuando Juan Rodríguez abrió un pequeño bar en la Jerezana Plaza de la Hierba, al que llamó, simplemente, Bar Juanito. Se trataba de un pequeño local, en cuya barra no se podían apoyar más de una docena de clientes, pero tenía el encanto de lo auténtico. Pronto comenzó a llenarse de clientes, que atraídos por el "buen rollo" que había en el bar, y el buen hacer en la cocina, en especial los pajaritos fritos, se hicieron asiduos del establecimiento. En poco tiempo, todo Jerez pasaba por Juanito a tomarse un fino o una cañita, acompañada por tan típica tapa andaluza.


Eran tiempos donde la gente no tenía tanta prisa, tiempos en que la gente no iba por la calle como si estuviera buscando un inodoro, donde había pocas prisas. donde la gente no iba de casa al trabajo y viceversa sin parar en ningún bar, no sea que estuviera haciendo algo poco práctico, donde se veía casi a diario con los amigos, antes de que éstos tomaran los hábitos y formulasen los votos perpetuos, en forma de matrimonio.


En aquellos tiempos, bastaba con entrar en el bar, pedir un cañita o un vino, y ya se había montado. Pronto aparecían colegas, clientes habituales que ya se conocían, obreros que tomaba su golpe de coñac antes y después del trabajo, al tiempo que camareros locuaces y encantados de trabajar en "eso" rellenaban las copas y participaban de la charla.


Corría el vino, se montaba el jaleo, se bebía, los bares se mantenían durante décadas y las reuniones y tertulias también. Nadie sabía lo que estaban poniendo en televisión y eso les importaba una mierda. Juanito un día tomó el vuelo, lo mismo que los pajaritos que servía en su bar, y partió al viaje del que no se ha de tornar. Le sucedió tras la barra su hijo Faustino, que heredó de su padre, además del bar, el secreto de la filantropía, como dijo el poeta, y algunos otros que el vino revela sólo a los elegidos



Cuando el bar cumplió cuarenta años de buen rollo, y fidelidad de sus clientes, Faustino lo llevó a la calle Pescadería Vieja, donde hoy está, para albergar a su numerosa y fiel clientela. Los establecimientos como Juanito tienen, entre otras muchas, una virtud: que revitalizan todo aquello que está próximo. como los bares vecinos. Se crea un punto de peregrinación, y se benefician todos los de  alrededor..Los clientes van de un bar a otro, e incluso los imbéciles que no entran en ninguno, mirando con cara de idiota  desde fuera, acaban entrando ( a meter la nariz, nada más) y acaban recalando en todos los bares de la zona. Y esto es lo que ocurrió con la jerezana calle Pescadería Vieja. El bar Juanito fue como el abono que cayó sobre la tierra, e hizo que la calle floreciese como las margaritas sobre los campos en los comienzos de la primavera.


Para conocer y sentir una ciudad hay que ir a las viejas calles, y para conocer y sentir a sus gentes hay que ir a los viejos bares . Para ignorantes, imbéciles, y nuevos ricos, quedan los bares minimalistas. Que los disfruten. En Juanito encontrarán el Jerez antiguo, el auténtico, que permanece al margen de modas efímeras y horteradas varias.



Estos bares antiguos, con una atmósfera que sólo el paso del tiempo puede dar, con la categoría de lo antiguo, con el encanto de lo auténtico, con la verdad que sólo lo verdadero puede dar, te transportan a otra época, en la que cualquier tiempo es mucho mejor que el actual, no a nivel personal, pero sí a nivel social. Pero ahí están, esperando que a la gente se le pase la prisa, se le pasen el bastardo afán de hablar del vecino, se le curen los complejos y se quiten las telarañas, la caspa y la mala leche que viene arrastrando por falta de buen vino.. Aquí no se viene a presumir de que el piso en el que vives tiene veinte metros más que el de fulanito, de que tiene un wc más por si en el piso hay una diarrea compartida, de que si mi cónyuge gana más que el tuyo, y demás mierdas de gentes de pésimo nivel intelectual y mal talante, muy abundantes hoy en las clases medias emergentes, y muy escaso en las élites y en las clases más desfavorecidas de nuestra sociedad. Hay gente que son toda la vida nuevos ricos sin haber sido nunca ricos.


El Bar Juanito tiene una larga vida y una larga barra, que es el abrevadero donde nos saciamos y que, por su carácter de primera necesidad, está nada mas entrar. Y nada mas entrar, aunque la barra esté llena, usted tendrá su bebida en la barra.Da lo mismo que esté en tercera fila, le saludarán y  le preguntarán qué quiere.  El frente de la misma está revestido del típico azulejo jerezano, y en la contrabarra encontramos también un enorme alicatado hecho con  dibujos a mano. A través de unos arcos pasamos a la zona de mesas, pero si queremos beber y comer al aire libre, Juanito tiene también unas mesas bajo toldos y abundancia de plantas que dan un ambiente muy agradable. Es una delicia comer allí cuando los primeros días soleados nos recuerdan que la primavera y el verano están muy cerca.


En cuanto a la gastronomía, podemos comer bajo la modalidad de menú o a base de raciones y tapas, entra las que destacan las famosas alcachofas de la casa, que han recibido el Primer Premio Nacional de Tapas, las papas aliñás, la lengua mechada o unos excepcionales guisos, entre los que hay que destacar los fideos con gambas, o la carrillada de ternera o las mollejitas a la plancha.Y los mejores vinos de las tierras andaluzas. El Bar Juanito monta siempre una caseta propia en la Feria de Jerez, para poder atender a sus clientes y amigos dentro del Real de la Feria. Empiece a ahorrar, que las vacaciones están ahí al lado. Y Jerez, también.








miércoles, 9 de diciembre de 2015

BARES ANTIGUOS DE JEREZ: BAR LA MODERNA

En el número 67 de la calle Larga abrió sus puertas en 1938 el Bar La Moderna. El establecimiento se halla en una curiosa edificación en pleno casco antiguo de Jerez: en su frente da a la calle Larga, y en su espalda da a la antigua  muralla jerezana, que le sirve de muro medianero trasero. Se halla totalmente abierto al exterior en su fachada, formada por cuatro columnas, que dejan tres vanos entre ellas, coronadas por unos petos, donde se hallan el nombre del establecimiento y  los orificios de ventilación.


Accedemos al interior, y aparece en primer término una antigua barra de madera, donde ya nos podemos apoyar y degustar los vinos y el exquisito tapeo jerezano. Manzanillas, jereces, vinos del Condado de Huelva y todos los vinos andaluces reposan en los anaqueles. Tras ella, vetustos carteles taurinos en las paredes y viejas fotografías de célebres toreros nos revelan una antigua vocación taurina de este especialísimo bar.


Pero si nos queremos sentar a tapaer con calma, pasamos a la zona de mesas, que son antiguas máquinas de coser, con su pedal, sobre las que se ha dispuesto una losa de mármol blanco..Las paredes presentan un zócalo a media altura, sobre el cual, cuelgan antiguos grabados y carteles de motivos taurinos y viejos anuncios de vinos y licores


Pasamos a través de un arco carpanel rematado en ladrillo, y vemos ya el empedrado de las viejas murallas, en el que se han embutido largas vigas que soportan las altas techumbres, todo ello en madera. Antiguas lámparas cuelgan del techo, dando una iluminación muy especial sobre la piedra de los paramentos.


Todo Jerez pasa por La Moderna. Su encanto radica en su sencillez y autenticidad. La decoración está formada por los propios elementos constructivos, con la excepción de  los antiguos carteles de corridas de toros y fotos en blanco y negro de algunos diestros. El ajetreo en este bar comienza ya por la mañana, con el servicio de infinidad de cafés con su tosta de manteca colorá. Sigue con el pinchito de tortilla de media mañana y continúa con el aperitivo, en el que la tapa estrella son las lagrimitas de pollo. La tapa consiste en pequeños pedazos de pollo guisados con vino tinto, que quedan muy tiernos y con un gusto vinoso muy bueno.Pero no queda ahí la oferta gastronómica, que se compone de lo mejor del tapeo jerezano: chicharrones, chacinas ibéricas y quesos muy viejos. No se puiede pasar por Jerez sin entrar a tomar un fino o una cerveza en La Moderna y disfrutar de la charla de sus parroquianos y de esos silencios únicos de los viejos bares andaluces. En la calle Larga, número 67, se halla esta maravilla.



miércoles, 25 de noviembre de 2015

TABANCOS DE JEREZ. TABANCO PLATEROS


Es de agradecer que, en los últimos años, se hayan puesto en marcha algunos proyectos empresariales en la hostelería gaditana,  para recuperar una de las mejores vertientes del mundo tabernero: el tabanco. Hace solo una década, estaban en peligro de extinción, y unas voces de socorro alertaron sobre tan grave suceso, desde la prensa andaluza y madrileña principalmente.


Como decíamos en el anterior post, el tabanco, término compuesto por las palabras taberna y estanco, es un tipo de bar autóctono de Jerez, en el que se despachaban vinos y aguardientes a granel, (y también para tomar allí mismo) ,y las  labores del tabaco, venta controlada por el Estado,


En estos tiempos de repugnantes bares minimalistas, hechos por palurdos para palurdos, de paredes blancas y lisas, sin apenas ornamento, de ventanas fijas, de luces blancas de oficina, de camareros maleducados, de cocineros burros, de nuevos ricos que no saben como divertirse con su dinero, de gentes que no tiene nada que contar, el hecho de que se intenten recuperar los viejos establecimientos de hostelería, no sólo los tabancos, es realmente encomiable.


Los tabancos eran establecimientos donde se despachaba vino a granel, para llevar a casa, y también ofrecian la posibilidad de tomarlo allí mismo, asemejándose ya a las tabernas. Se solía acompañar la bebida con algo de condumio, principalmente chacinas, olivas y queso, pues muchos carecían de cocina.

Eran lugares de tertulia, donde se charlaba de todo lo humano y divino, donde se encontraban gentes que salían del trabajo, jubilados que charlaban todos los días en estos lugares, jóvenes que venian a tomarse unas copas, toreros sin éxito que recordaban aquella tarde memorable que tuvieron en una plaza de tercera, lamentablemente sin ojeadores ni cazatalentos en los tendidos aquel dia,  y casi sin público, artistas del arte flamenco que esperaban su oportunidad, escritores que buscaban un editor que patrocinase una primera edición, pintores que esperaban que un galerista creyese en ellos y exhibiera sus pinturas, y una amplia fauna humana de naturaleza variopinta.


Hoy vemos en los modernos bares minimalistas, gente aburrida mirando hacia el suelo, tipos en la barra leyendo TODAS las noticias del periódíco, como si le fuese la vida en ello, sin sacar la cabeza del mismo, gentes que no hablan entre sí aunque lo necesiten, gente recordando la última basura televisiva en espera de la próxima basura televisiva, gente con cara de imbécil por frecuentar este tipo de sitios, etc, etc. Los bares minimalistas son lugares de nihilismo para gente que no cree en nada ni en nadie.

Pero han surgido en los últimos años algunos proyectos empresariales que intentan recoger todo ese patrimonio de historia social española y de un modo de vivir que debe cultivarse diá a día. En lugar de competir en la mierda, han decido apostar (sin competir) por lo bueno,por lo auténtico.


Nunca es tarde para repintar los blasones, sacar brillo a la espada y salir a reconquistar el pasado glorioso de nuestra querida España.

Uno de estos elogiables casos es el del Tabanco Plateros, en el número 1 de la calle Francos. Es el primero de esta nueva hornada  de "nuevos tabancos", abierto por Luz y Jaime, y un poco el que ha iniciado este fructífero camino .Es un tabanco jerezano en toda regla, cuidando su aspecto y todos sus detalles y caracteres, y con ese ambiente tan especial de este tipo de tabernas.  Han abierto una rendija en la puerta a pequeñas novedades culinarias que tengan justificación y combinen bien con el tradicional tapeo jerezano.


 No se preocupen por ello, porque mantiene toda la esencia del tabanco, y hay que dar cobijo a nuevas tendencias y nuevos clientes, pescando a veces en aguas ajenas para rescatar a esos pececillos de su errática y equivocada deriva.


Además de tapas tan típicas de Jerez como los quesos de la serranía gaditana, las chacinas ibéricas y los chicharrones, ofertan toda una amplia gama de tapas a precios muy moderados. Vinos de cooperativa desde un euro, muy buenos. 


Organizan catas a diario, para que pueda degustar una variada gama de vinos jerezanos, a un precio muy asequible, acompañadas de chacinas ibéricas y quesos.Buen comienzo de este buen tabanco.





martes, 24 de noviembre de 2015

TABANCOS DE JEREZ. TABANCO SAN PABLO



Corría el año 1934 cuando Manuel Muñoz Peña, "el Tío Manuel", abre su tabanco en la calle San Pablo, de la que toma el nombre, en pleno barrio jerezano de San Miguel. Manuel regentaría el tabanco durante más de 40 años, hasta que en 1976 le releva tras la barra su sobrino Anastasio Muñoz, conocido en Jerez como "el Nene". Anastasio llevaría la rienda del establecimiento durante casi 25 años, con la ayuda de su hijo Juan Manuel. Ya en 1990 el negocio pasa al menor de los hermanos, Jesús, que iniciaría esta tercera etapa contando con la colaboración de su hermano Juan Manuel.


En nuestros días Jesús lleva el tabanco siguiendo el estilo caracterizado por la profesionalidad y la pasión heredada de su abuelo, en esta faceta minoritaria y privilegiada del oficio tabernero que es el tabanco, donde se sigue el culto a los vinos de Jerez, al flamenco, a la gastronomía jerezana, a la tertulia y al arte,  y a las mejores tradiciones de esa pequeña y única ciudad conocida en el mundo entero que es Jerez de la Frontera.


Apoyados sobre la barra, con el olor de los vinos jerezanos impregnando el ambiente, nos encontramos con la esencia del tabanco jetrezano Allí  beben. comen y charlan jerezanos y visitantes de todas las edades y condición, disfrutando de lo autóctono, de lo auténtico, de lo antiguo, de lo bueno y perpetuando ese Jerez antiguo y eterno que no morirá nunca.


El establecimiento presenta una fachada pintada en color albero, con ventanas enrejadas y una ancha y antigua puerta de madera  de doble hoja, sobre la que está rotulado el nombre del mismo. A través de ella entramos al local, en el que en primer término encontramos una antigua barra de caoba, y tras ésta unas pizarras colgadas en la pared que nos informan sobre las especialidades vinícolas y gastronómicas del establecimiento.


Al fondo del local, una zona de mesas donde degustarlas, y en los paramentos del establecimiento, hileras de botas que guardan los vinos jerezanos que podemos catar directamente extraídos de la bota. En las paredes, antiguos anuncios de vinos y brandys jerezanos y vetustos carteles taurinos.


Esta casa mantiene, desde sus inicios, una estrecha vinculación con las Bodegas González Byass, y muy especialmente con Manuel González Gordon, que fue durante largos años presidente de las famosas bodegas jerezanas, que elaboran el Tío Pepe. En consecuencia, el Tío Pepe es el fino que se toma habitualmente en esta casa. No hay duda de que es el fino más famoso del mundo, aunque yo sitúo a la misma altura el Fino Quinta de Bodegas Osborne, y el Tío Mateo, de Bodegas del Marqués del Real Tesoro. Además del fino, aquí se pueden tomar todos los jereces y brandys de González Byass, entre los que destaca el Oloroso Solera 1874, auténtica joya enológica de nuestros vinos de Jerez.


Manuel González Gordon, desaparecido en 1980, Marqués de Bonanza y Presidente de González Byass, bodega que ya hemos comentado en este blog, era asiduo cliente de esta casa y amigo del fundador del tabanco, Manuel Muñoz, y de su familia.  Manuel Gonzalez Gordon era nieto del fundador de la Bodega González Byass, e hijo de Pedro Nolasco González, Marqués de Torresoto, y ademas de bodeguero,  era ingeniero y escritor. En esta imagen podemos ver a González Gordon con "el Nene", hijo del fundador del establecimiento, en el tabanco San Pablo. González Gordon era Caballero del Imperio Británico, Hijo Predilecto de Jerez y ostentaba la Gran Cruz de Beneficencia del Gobierno de España.


Seamos sinceros, ¿cuando fue la última vez que usted tomó un fino recién extraído de la bota?¿Nunca? Entonces, aun tiene pendiente una asignatura fundamental en la licenciatura de  los vinos jerezanos. ¿Y en la atmósfera que tiene un tabanco jerezano, con el aire fuertemente impregnado de vino de Jerez, con sus soleras de barro cocido y sus paredes blancas, sobre una barra de caoba bien abrillantada?


Además de una excelente selección de vinos, se puede degustar en el tabanco posiblemente la mejor tortilla de patata de Andalucía. Mari Carmen Nieves, "la Nena", madre de Jesús Manuel, hace una tortilla gruesa, no muy cuajada, sublime. "La Nena" tiene una tertulia llamada "Licenciatura en Tortillología", donde se enseñan  distintas recetas para elaborar este españolisimo manjar. 



"La Nena" conserva  el mismo tenedor con que desde hace 20 años bate los huevos para hacer esta delicia.Puede ser el instrumento de cocina más importante de toda España. Si lo sacara a subasta, alcanzaría cifras astronómicas.Con ese viejo tenedor, unos huevos y unas patatas, y por supuesto con ese oro líquido que tenemos en España llamado aceite de oliva, hace uno de los manjares más ricos que pueden degustarse en toda la Península, incluyendo Gibraltar y la isla del Perejil.


Otra maravilla culinaria en tapa son las papas aliñás, ese plato ideado por pastores en el campo que hoy se puede tomar en la barra de casi cualquier bar andaluz, cocidas en su punto, hechas con huevo de excelente calidad, en su punto justo de aliño, deliciosas. O el menudo de ternera, de larga y lenta cocción, extraordinario. O las albóndigas caseras, inigualables. O los chicharrones caseros, los mejores de Jerez. Muy representativos de esta casa son los caracoles, que han sido premiados tres años consecutivos en el certamen provincial  Ruta del Caracol 

lunes, 23 de noviembre de 2015

TABANCOS DE JEREZ: TABANCO EL PASAJE

Los tabancos surgen en Jerez de la Frontera a principios del XVII como establecimientos en los que se combina la taberna (despacho de vinos y aguardientes y degustación en su interior, con algo de comida) y estancos, es decir, punto de venta controlada por el Estado de las labores del tabaco, cuyo consumo ya está generalizado, tras el Descubrimiento, a comienzos del 1600.


Además de esto, fueron locales donde se cultivaba el arte flamenco, tanto en cante como en baile, y del que surgirían grandes figuras del mismo.Fueron asimsimo centro de la vida social jerezana , donde se cultivaba la sana costumbre de la tertulia, sobre los más variados temas,  y la más sana costumbre de beber un poco de vino o aguardiente.


Quedan pocas de estas tabernas autóctonas de Jerez, y vamos a empezar por el tabanco El Pasaje, muy ligado a la historia tabernera jerezana. El local que alberga a El Pasaje, fue, a comienzos del siglo XX, un ultramarinos, donde se despachaban, ademas de los productos nacionales, algunas delicias procedentes del Nuevo Mundo. En 1920 tiene aquí su sede el Tabanco La Fortuna, de Domingo Jiménez, cambiando el nombre en 1925 a El Pasaje, por tener el local dos puertas a dos calles distintas,Santa María 8 y Mesones 7, siendo una especie de lugar de paso o "pasaje" entre ambas.


Entramos por la calle Santa María y, pasando bajo un arco apuntado, encontramos una larga barra de roble antiguo, y tras ella, viejos barriles de donde extraerán ditectamente el vino que nos sirvan. En este tabanco, sólo sirven los vinos jerezanos del Maestro Sierra, cuidadosamente conservados en estos antiguos barriles. También vinos embotellados, entre los que destaca un fabuloso Palo Cortado de Sierra que es preceptivo probar. Un linograbado en la pared que presenta una bella imagen del tabanco, pintado por un asiduo cliente del mismo. Este tabanco es frecuentado por muchos pintores y escritores de Jerez, que viene a disfrutar de sus charlas y de sus silencios, esos silencios únicos de las tabernas andaluzas. Baldosas pintadas a mano en las soleras y cuadros de tema taurino en las paredes.Al fondo, una pequeña zona de mesas.


En cuanto a los vinos que aquí se despachan, todos los jereces, desde el fino al Pedro Ximenez, del Maestro Sierra, con la excepción de la oferta de finos, en los que se incluye el inexcusable Tío Pepe, y de los amontillados, en los que hay el Viña AB, también de González Byass, y también Brandys de Jerez.


En lo referente a la gastromía, lo más típico de Andalucía en tapas. chacinas ibéricas, quesos viejos, chicharrones, menudo de ternera y destacar una especialidad:el pisto con ventresca de atún.Todo excelente


En El Pasaje hay actuaciones de flamenco en vivo casi a diario, oportunamente anunciadas con anticipación, y muchas veces dos al día, en horarios que suelen estar en torno a las 14:00 y a las 20:00 horas, así como cursos de palmas y flamenco y actos reservados a las  jóvenes promesas.

lunes, 16 de noviembre de 2015

OTRAS ZONAS VINICOLAS ANDALUZAS. CONDADO DE HUELVA. BODEGA MARQUES DE VILLALÚA


Hay que ser alguien realmente especial para abrir una bodega en los albores del segundo milenio. En esta época de magnates (¿o mangantes?) del ladrillo, fortunas hechas con una idea en las redes sociales, millonarios que viajan en Audi en lugar de Rolls-Royce, hoteles de 5 estrellas que parecen sanatorios abandonados por una alarma nuclear, con conserjes y botones sin camisa ni corbata, restaurantes que parecen quirófanos con restos de las operaciones sobre los platos, abrir una bodega de vinos es sencillamente ser un elegido por la Providencia.


¿Que fue de aquellos millonarios que salían en la prensa (en la diaria) con estrellas de la ópera, ex primeras damas, duquesas vividoras en fiesta perpetua, ex-primeros ministros viajando initerrumpidamente por el Mediterraneo en los yates de sus ricos amigos, bebiendo champagne desde las doce de la mañana? ¿Y de aquellos aristócratas en exilio permanente por la Costa Azul francesa o la Riviera italiana dando lustre y glamour a las fiestas de armadores y magnates del petóleo o del estaño? Y de aquellos estadistas que, después de la segunda guerra mundial,  rediseñaron las naciones y, tras ello, se dedicaron a beber sherry y fumar habanos en la cubierta de los yates de los armadores griegos mientras la orquesta tocaba con sordina y los camareros con impoluto lito servían las copas de vino en espera de la cena?


¿Y qué son estos nuevos millonarios encerrados en sus oficinas, viajando en impersonales coches alemanes, durmiendo en hoteles sin el menor encanto, comiendo comida hecha para mirar con lupa y comer con cucharilla de café?. Tiempos grises de gentes mediocres.

En medio de toda esta mediocridad, hay gente con ganas de salirse de la uniformidad y realizar el más noble de los trabajos: el de bodeguero, o lo que es lo mismo, elaborador de vinos. No pretenden hacerse ricos con ello. Los que conocen el oficio saben bien que es muy difícil ganar mucho dinero con el vino.


Entre estos poco frecuentes casos está el de la Bodega Marqués de Villalúa.Un grupo de empresarios, amantes y buenos conocedores del vino, han llegado a ese momento en su vida en que se dan cuenta que, además de obtener beneficios, lo importante es dirsfrutar de ellos. Para ese viaje, no hacia falta ensillar el caballo. ¿Como han tardado tanto en darse cuenta de ello? Lo digo en broma, y celebro sinceramente esta inicitaiva insólita en nuestros días de mediocridad y falta de imaginación, de competitividades absurdas y poco disfrute del presente, de gente que se arruina intentando ser el mas rico sin disfrutar, de gente que quiere salir en listas de los ricos que no saben vivir.La gente que disfruta el presente no sale en listas.


Ya metidos en el oficio más noble del mundo, han decidido hacerlo francamente bien. Y para ello, no han regateado esfuerzos personales, dedicación y medios económicos y ténicos.

Entre las poblaciones de Villalba del Alcor y Manzanilla, estas bodegas nacen en el año 2000, adquiriendo tierras y viñedos de la comarca, con una superficie de instalaciones de bodega de 20.000 m2 y una superficie de viñedo de 90.000 m2.


Próxima a  la población de Villalba del Alcor nace esta bodega, en castellano antiguo llamada Villalúa del Alcor, de donde toma su nombre. Se halla bajo la Denominación de Origen Protegida Condado de Huelva,  cuyos terrenos se extienden por el bajo Guadalquivir, al Suroeste de la provincia de Huelva, desde la divisoria de aguas que marca el Río Guadiamar hasta la Ría del Tinto. Esta configuración geográfica determina una comarca de caracteristicas idóneas para los viñedos, que cultivaron en ella los tartesos, griegos, romanos y musulmanes, siendo en todas éstas épocas famosa por la calidad de sus vinos. Esta comarca limita al Sur con el Atlántico, al Norte con la comarca de El Andévalo, al Este con las provincias de Cadiz y Sevilla,  y al Oeste con la capital de la provincia.


Tras la Reconquista, en 1327, un maestre de la Orden de Calatrava, Juan Mestre, ordena repoblar esta zona. En 1335, Romero Díaz  manda plantar viñedos a los colonos de la comarca, y ya en 1502, poco después del Descubrimiento, salian por el puerto onubense de Palos  los primeros vinos españoles con destino al Nuevo Mundo, siendo este hecho de trancendental importancia para la expansión de los vinos del Condado de Huelva, conocidos también como Vinos del Descubrimiento. Se conservan documentos que fechan en enero de 1502 este primer envío, por un importe de 1.422 maravedíes. A lo largo de todo este siglo XVI alcanza el comercio marítimo de vinos de Huelva un auge extraordinario, no solo con destino a América, sino también a Inglaterra y Países Bajos, teniendo ésta última ruta una notable  importancia comercial desde siglos atrás. Ya en la segunda mitad del siglo XVIII se traslada la Casa de la Contratación desde Sevilla a Cádiz, por concentrarse en esta zona y en las comarcas próximas las principales zonas elaboradoras de vinos y ser Cádiz también puerto de partida del comercio maritimo español


Pero volvamos a las bodegas Marqués de Villalúa, fundadas, ya en el año 2000, con estos fantásticos antecedentes histótico-vinícolas. Llegado el tiempo de la vendinia, y determinado por la bodega el momento óptimo para iniciar la misma,  ésta se realiza a mano, con mucho cuidado de no dañar las uvas, depositándolas en pequeñas cajas de no más de 20 kg para evitar presiones sobre la uva,  y conduciéndola con el mismo cuidado a la bodega, donde se depositan sobre la mesa de selección para proceder a la misma.



Los viñedos están plantados en suelos blanquecinos, de alto contenido calcáreo, de fertilidad media, ventilados por las brisas atlánticas,  con suaves inviernos y primaveras,  y fuerte exposición al sol en verano, presentando importantes similitudes con los suelos y clima del Marco de Jerez. Son suelos llanos con una altitud media de 25 metros. Esta bodega cuenta además con siete hectareas de finalidad "experimental", para el cultivo de variedades poco comunes con las que se está experimentando para la elaboración de sus vinos..En estas siete hectareas se culitivan uvas como la Sauvignon Blanc, Moscatel de Alejandría o la Zalema, variedad autóctona del Condado de Huelva..


Empezamos por ésta última y seleccionamos el blanco Marqués de Villalua, hecho con la Zalema autóctona en coupage con otras variedades en distinta proporción, resultando un vino color pajizo claro, seco y afrutado, de aroma floral y herbáceo, y en boca fresco y ligero, suavemente ácido y afrutado.


Seguimos con el "Colección 1000", en el que encontramos un coupage en el que dominan las variedades Moscatel y Zalema, dando un vino color pajizo brillante, muy fragante y floral, con notas de manzana y cítricos, y postgusto largo muy agradadable.


Continuamos con los vinos generosos y entre ellos tenemos el Santa Águeda Naranja, un vino licoroso hecho con moscatel y zalema, Es un vino de naranja porque tras obtener el vino,, han macerado en el mismo cortezas de naranja que aportan al vino aromas y sabores suavemente cítricos, para luego proceder a su envecimiento durante 3-4 años, ensamblando todos estos matices. El resultado es un vino color ámbar, de bouquet intenso, con notas muy círicas a naranjas,  suavemente dulce, muy frutal, fresco y floral.


Y entramos ya en el capítulo de los grandes vinos y lo hacemos con el Oloroso Ermita de Santa Águeda. Elaborado ya con el tradicional sistema de solera y criaderas, está hecho con las variedades Zalema y Listán, autóctonas de Huelva, en soleras de la excelente vendima de 1934, guardada celosamente en la casa. Se obtiene así un vino color caoba con ribetes teja. muy fragante, con notas de frutos secos y vainilla, vino de largo y sabroso recorrido y persistette postgusto, untuoso y con mucho cuerpo.


Y por fin el gran vino que no puede faltar en ninguna bodega andaluza: el Pedro Ximenez. El "Pedro Ximénez Ermita de Santa Águeda", buque insignia de la bodega, hecho mediante el procedimeinto de soleras y criaderas con uva Pedro Ximénez en las excelentes soleras, como el anterior, de 1934. El resultado es un vino color caoba oscuro, hecho con uvas PX asoleadas para concentrar los azúcares, de gran bouquet, aromas pasificados, torrefactos, notas a cacao, untuoso, muy persistente, de delicioso postgusto. Una joya.
.