martes, 14 de marzo de 2017

LLEGAN LOS PRIMEROS SOLES


España se despereza del largo letargo del invierno. Tras esta larga estación, igual de larga que las demás aunque parece más larga, en que los cielos aparecen a menudo cubiertos, las temperaturas, bastante bajas, el viento arrecia y el mar está enbravecido, el sol aparece de nadie sabe dónde, las nubes se abren a su paso y se ilumina el cielo y nuestras vidas.


Ésta del invierno es época propicia para la laboriosidad, para estar largas horas en la oficina, o en el trabajo que sea, y llegar a casa ya de anochecida, para tomar una sopa caliente, o el guiso del mediodía, que ahora estará más sabroso. Es época de salir poco, de ahorrar, y de trabajar. 


Casi las únicas salidas serán los aperitivos del sábado, en esas mañanas invernales donde no se sabe si va a hacer sol o si durará, o se pondrá a llover. y alguna cena de un sábado por la noche, con otras parejas, con el gasto muy medido, el restaurante muy consensuado, y el diálogo muy prefabricado. Salidas puramente de trámite, como una continuacion del trabajo, para simular una solvencia económica que nos situe como miembros de un imaginario status social y económico. Desde luego, no hay noches como las del verano.

Es cierto que los pueblos del norte son los ricos. En España, en Europa, en América y en casi todo el mundo. Pero los pueblos del sur tienen la luz, el sol, la vida, en una palabra. Y los del norte acaban peregrinando al sur, en busca de todo ello. Y al final de su vida laboral, cuando la pensión aparezca cada mes automáticamente en el cajero automático, los del norte intentarán establecerse en el sur y vivir allí el resto de sus vidas. En España, en Europa, en América, y en casi todo el mundo. Que en todo el mundo hay cajeros automáticos, y da igual sacar el dinero desde Oviedo que desde Almería.


Pero la primavera ya está aquí, y nos dice que esto no puede durar, que esto es una cursilada, que esto es una mierda, y que solo sirve para simular un bienestar económico muy aparente por fuera y muy frágil por dentro. Atras quedan los dias grises, el paraguas, el asombro ante los gastos hechos en navidad, cuyos cargos aun estamos pagando.

Ahora ya no hay que aparentar, sino disfrutar. ya no hay que sobrevivir, sino vivir como nos gusta, aunque sea sin un duro. Para estar en los sitios que te gustan y no en los que debes ser visto, para hacerte conocido, para que cuando te quedes sin trabajo les suene tu cara, seas "de toda la vida"· Para salir con ganas de salir y no para que te vean, para sentarse en una terraza, para pasar el día fuera de casa, para pasear por las calles y por los jardines ya en flor, y para gastar esos ahorrillos que hemos reunido en el frío invierno.






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