lunes, 27 de julio de 2015

COSAS DE COMÉ EN SEVILLA: CASA CUESTA



En el número 1 de la calle Castilla se halla esta antigua taberna, que abrió sus puertas en 1880. En sus comienzos, fue despacho de vinos y aguardientes, especializándose en vinos del Aljarafe sevillano.Su origen fue como el de tantas otras en Sevilla, abiertas en épocas de escasez económica, cuando pocos se podían permitir chatear vinos y licores en la barra de un bar, y se llevaban el vino o aguardiente a granel a su casa para poder degustarlo allí.


Este establecimiento, con el paso del tiempo, fue orientándose hacia actividades más tabernarias, con el servicio de vino y otras bebidas en su interior. Luego vino el condumio, pasando a ser ya una bodeguita, y luego el servicio de café, por lo que puede llamarse ya bar o incluso casa de comidas, al pasar de las tapas en barra a una carta en mesa de raciones estructurada y con variada oferta.


Casa Cuesta estuvo vinculada desde sus comienzos con el ambiente artístico, siendo punto de encuentro de pintores y escritores, que se citaban junto a sus ventanales para charlar y ver el variopinto ir y venir de la vida ciudadana de Sevilla. Aquí tenian lugar habituales tertulias, que se alargaban hasta el anochecer animadas por los vinos del Aljarafe. Un antiguo reloj de pared, ya centenario, marcaba el pasar de las horas en el bar, donde todavía hoy está funcionando, testigo de los cambios y de los nuevos y viejos tiempos.


A través de una ancha puerta acristalada de dos hojas accedemos al interior, que presenta en primer término una preciosa barra con frente de madera tallada y con superficie de mármol blanco, formando una L con el ángulo redondeado.De verdad, hay muy pocas barras en Sevilla como ésta, una auténtica obra de arte, una joya de cuando los carpinteros amaban sus obras y no solo el rendimiento económico de las mismas. Apoyarse en su antiguo mámol blanco y beberse un fino bien frío es una experiencia de la que no todos pueden presumir. En la contrabarra, unos botelleros de madera en el mismo estilo de la barra, y un antiguo espejo, sobre el que se halla el centenario reloj que hemos citado anteriormente.

Antiguas columnas de forja sustentan altos techos con vigas enlucidas en pasteado blanco en forma de media caña. En el recinto de barra, suelos ajedrezados en baldosa de mármol blanco y rojo. En las paredes, zócalo a media altura de tradicional azulejo de las alfarerías de Triana. Colgando del techo, los sencillos y antiguos globos de cristal, que lamentablemente ya poco se ven en las tabernas de Sevilla. Una pequeña zona de mesas altas y taburetes para tapear. Antiguos anuncios de licores en azulejo pintado a mano.

En el comedor, sencillas paredes caleadas an blanco, suelos de baldosa de barro y techumbres con las vigas a la vista, y una antigua chimenea en la esquina, en cuya repisa se exhiben viejas botellas de vinos y licores añejos. Mesas y sillas de antiguo estilo sevillano.Ya en barra podemos degustar una carta de tapas simplemente interminable y recomendamos todas ellas, destacando una excelente selección de quesos viejos y chacinas ibéricas.


En carta, encontramos lo mejor de la cocina del litoral andaluz, con especialidades como el bonito al ajoarriero, los camarones con huevos y piminentos asados, el atún en salsa de perdiz, el revuelto de bacacalo al ajo dorado, o la fritura variada de pescaíto. Entra las carnes, especialidades tan andaluzas como el solomillo al whisky y la cola de toro. De los guisos hay que destacar, además de la cola de toro, las espinacas con garbanzos, el menudo (es decir, los callos) y los riñones al Jerez. De los pescados, además de los citados, mencionar las variadas frituras: pijotas, boquerones rebozados, salmonetes, calamares y acedías, y también la merluza a la espalda. Y en lo refernte a los postres, especial mención de las tartas casera, sobre todo la de queso y la de piñones, y algo tan sevillano como el tocino de cielo. Una cuidada selección de vinos, quizá un tanto escasa pero muy bien elegida. Precios normales y calidad muy alta.Recomendable.



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