Hoy nos vamos a dar un pequeño lujo, pues, desdeñando la crisis económica, hemos llegado hasta Sevilla, hemos visitado sus antiguas joyas taberneras y hemos constatado que, pase lo que lo que pase, Sevilla será siempre Sevilla. Nos lo merecemos, pero, aunque no fuera así, da exactamente igual. Bien sabemos que unos tienen lo que no merecen y otros, mereciéndolo todo, no tiene nada. Dejando, pues, merecimientos aparte, nos adentramos en el Barrrio de Santa Cruz para comer en unos de sus templos gastronómicos, donde hay oficio, tradición y excelencia en los fogones: Enrique Becerra. Tomamos la calle Gamazo, y en su número 2, encontramos esta joya de la cocina andaluza.
El restaurante ocupa la planta baja de dos casas unificadas del siglo XVII. Un largo letrero de azulejos anuncia el nombre del establecimiento, y bajo éste, una antigua puerta de madera nos abre paso hasta su interior. El local presenta, en primer término, una larga barra revestida en su frente con los tradicionales azulejos sevillanos, y rematada en su superficie por tablero de caoba.
Nos acomodamos en el comedor y elegimos bacalao gratinado con salsa de espárragos verdes y cola de toro a la sevillana. Están ambos de caerse de espaldas, y pedimos de postre las natillas caseras y la tarta de leche merengada. Acompañamos los postres con sendas copas de Pedro Ximénez 1827 de Osborne..Están sublimes, y al traernos la cuenta, vemos que la relación calidad-precio es satisfactoria, por lo que aconsejamos encarecidamente este restaurante, que es una joya de la cocina andaluza.
C/Gamazo, 2
Barrio de Santa Cruz
SEVILLA
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